5. La Globalización y su Impacto en el Mundo Educativo
LA GLOBALIZACIÓN Y SU IMPACTO EN EL MUNDO EDUCATIVO
Este contexto ha impactado a la
educación en dos sentidos:
Por
un lado, ha permitido la discusión y el enriquecimiento de teorías y visiones
de la realidad en centros de educación en todo el mundo, que han propiciado la
formación de redes y consorcios que aprovechan los recursos físicos,
intelectuales y humanos de las instituciones y exponencian y aceleran la
producción de conocimiento.
Por
otro lado, ha generado la necesidad de formar un nuevo tipo de profesor, de
alumno y de egresado. La velocidad a la que el conocimiento se produce, y la
información se difunde, requiere de una constante actualización, de una visión
más global y menos local y del manejo de herramientas tecnológicas y de
lenguajes y de métodos de investigación que permitan aprovechar, discriminar y
procesar la información disponible.
Función
de la educación en la globalización
El mundo globalizado es el mundo de
la incertidumbre, del momento, de lo creativo, de lo caduco tan pronto es
creado; es el mundo de lo flexible y adaptativo, de lo no definitivo ni fijo;
es el mundo del movimiento, del cambio y la transformación constante, pero es
el mundo que exige el conocimiento, el dominio del conocimiento abierto,
competente y competitivo, capaz de modificarse a sí mismo tan pronto sea
necesario o lo exija el sistema; por
ello hoy hay que "educar en la aldea global [pues] la educación es el pasaporte de los
individuos y de las naciones a la sociedad del conocimiento y a la aldea
global", como lo afirma Gómez (1999, p. 42).
La globalización es desafiante para
el sistema educativo, sobre todo en lo que tiene que ver con la
internacionalización de la cultura; por todos los retos que implica educar en
la aldea global, esta acción se constituye en algo maravilloso e intimidante.
Para
la educación la globalización genera
alta incertidumbre, pues está obligada a decidir a quién educar, si a la
totalidad de los ciudadanos y ciudadanas o a unos pocos privilegiados y
privilegiadas para que ingresen al mundo global, pues el dominio del
conocimiento, que como ya se dijo es condición para ello, hace caducos los
oficios no calificados.
Este es un problema que hay que
resolver desde el punto de vista ético y social; lo primero, por el derecho a
participar en los avances de la humanidad, y lo segundo porque la igualdad de oportunidades es la base
para la democracia.
Lo
anterior parece evidenciar la necesidad que la educación hoy tiene de trabajar
bajo la premisa de aprender a aprender, lo cual habilita para resolver
problemas. Con base en ello se propone la fórmula de la Comisión Internacional
sobre la Educación para el Siglo XXI, convocada por la UNESCO:
"Todas las
formas de la educación deben orientarse hacia cuatro grandes aprendizajes o
'cuatro pilares de la educación a lo largo de la vida': aprender a vivir
juntos, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a ser". Cabe aquí
la visión de Morin (2001a), para quien:
La
reforma del pensamiento es una necesidad democrática clave:
formar ciudadanos
capaces de enfrentar los problemas de su tiempo es frenar el deterioro
democrático que provoca, en todos los campos de la política, la expansión de la
autoridad de los expertos, especialistas en todos los órdenes, que restringe
progresivamente la competencia de los ciudadanos. (p.
108)
No hay que resistirse a la
globalización, lo que sí es que hay que reformar el sistema educativo para que
la desarrolle y promocione en función de la humanidad, haciendo frente a todo
aquello que pretende tergiversarla, apropiársela. Para lograr que la educación
en la globalización sea efectivamente eje del desarrollo humano y social, se
hace inaplazable reconocer que “la enseñanza tiene que dejar de ser solamente
una función, una especialización, una profesión y volver a convertirse en una
tarea de salvación pública, en una misión”, como lo afirma Morin (2001a, p.
105).
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